El seminario de Antropologías latinoamericanas, antes que un compilado de datos con objetivos específicos y delimitados, es por el contrario, la apertura a un sinnúmero preguntas teóricas y metodológicas sobre el quehacer antropológico; cuestionamientos que sin duda alguna nos inquietan, casi que nos obligan a ir posicionándonos argumentativa, ética y políticamente frente a la academia.
Uno de los ejes temáticos sobre los que me interesó hacer esta reflexión es la Arqueología, disciplina que sin duda alguna, al igual que ocurre con otros programas académicos de las ciencias sociales hacen frente a un auto análisis sobre las metodologías, aplicaciones y proyecciones dentro de nuestra sociedad. Esos debates son la oportunidad para confrontar e irrumpir nuevas ideas que desde mi perspectiva son señal de una “buena salud” en la academia y las dinámicas que se gestan en ella. El encuentro sesgado de visiones con respecto a la búsqueda de “una verdad” o un “mejor hacer” erige posiciones criticas que dejan abierta no solo un discusión sino, un abanico de posibilidades para enfrentar un campo de acción, eso sin dejar de pensar en un propósito indisoluble como lo es la transformación social.
Este es un elemento relevante sobre el cual creería subyace el propósito de este escrito, mi convencimiento en que las disciplinas en las que nos formamos no solo rastrean un anhelado cientificismo: leyes y esquemas generales; sino que la vinculación a ellas, son oportunidad para acercarnos a realidades desconocidas y conocidas en nuestra sociedad. Eso si, de una vez aclaro no con la “idea iluminista” que ya diversos autores han censurado, sino, que también proyectaré unirme argumentativamente a arqueólogos latinoamericanos que han desafiado discursos tradicionales opresivos sobre los indígenas, considerando apropiado que los mal llamados “objetos de estudios” sean quienes emprendan la vocería de proyectos, diseñen, conduzcan y hallen propósitos benéficos tras esos procesos institucionales. Luis Guillermo Vasco de Uribe, es uno de los intelectuales que propone esta linealidad investigativa, en su articulo llamado “Arqueología e Identidad: El caso Guambiano”, que retomaré más adelante claudica la tradicional forma de hacer arqueología y confronta el sentido de un para que excavar.
Reflexiones
Los cuestionamientos entorno al “que hacer arqueologico” se han fortalecido en las últimas décadas, no importa si es resultado de la culpabilidad colonial que llevan sobre las espaldas tanto arqueólogos como antropólogos, o si fue porque la visión utilitarista del objeto de estudio se descontinuó cuando “el otro“ representado, toma la palabra y alega no seguir siendo una pieza más dentro del juego propuesto por el antropólogo alegando una posición y respeto.
Es en el primer congreso Nacional de Antropología realizado en Popayán, donde los indígenas de esta zona reclaman que les sean compartidos los informes y resultados de investigación que los involucraba, ya que, la costumbre de los antropólogos era que una vez terminados sus trabajos en el terreno no se volvía a saber de ellos. Con justa razón, su enojo hizo que más tarde se les tuviera que solicitar permiso a las distintas autoridades indígenas para la realización de cualquier estudio, de no ser así no podría llevarse a cabo.
La crisis moral suscitada hace que en 1980 en el congreso Mundial de Arqueología se aprobará un Código de Ética. Pedro Funari
[1] escribe acerca de una contradicción dada en la Arqueología, debido a que, l se había convertido para los grupos indígenas en un peligro, más que en un medio para proteger sus derechos pues ellos estaban más propensos a tener pérdidas materiales y culturales en ves de servir para protegerlos.
Es el momento en el cual se confrontaba una ética profesional, ya que, no se trataba de seguir fortaleciendo una arqueología comercial que gran propulsor había encontrado en el capitalismo moderno, sino, por el contrario, cuestionar la posición de esferas receptoras del conocimiento emitidas desde el “primer mundo” convirtiéndonos en victimas inocentes que perpetuán diferenciación social y marginalización en nuestra sociedad por la falta de un compromiso social.
UN TRABAJO SOLIDARIO:
El caso guambia
Luis Guillermo Vasco en su experiencia vivida con los guambianos, trasciende los lineamientos de la arqueología para dar un uso distinto a lo que siempre ha sido. Él establece un dialogo
[2] en la construcción de un saber útil para el fortalecimiento de la identidad de un pueblo. Es la palabra de la comunidad la que conduce este trabajo de investigación, indígenas mujeres, hombres y niños no solo recuerdan su historia, sino que además, reconocen la importancia de la disciplina arqueológica y ven en su producto un medio de resistencia a la exclusión que históricamente se ha forjado contra ellos en la sociedad colombiana. Ellos dicen:
“La arqueología debe excavar de ese tronco para abajo y buscar la raíz. Hicimos arqueología la estamos haciendo y hemos encontrado algunas cosas. Hemos sabido algo. Y hemos obtenido algunas pistas”
[3]Las piezas obtenidas en las excavaciones hechas en la zona, sirvieron al pueblo guambiano para cuestionar y conocer sobre sus antepasados, ellos tomaron en cuenta principalmente las opiniones de los mayores, pero también la de arqueólogos y etnohistoriadores; al conciliar la información serían los mismos quienes habrían reconstruido su memoria histórica y seguramente no habría nadie más indicado para experimentar su pasado. Los restos materiales obtenidos, a petición del pueblo se organizarían en un museo, pero afirmaron que no iban a estar acumuladas como piezas mudas del modo en que eran aglomerados en los museos de los blancos.
“en nuestras propias manos estos objetos hablan porque no están separados de su pueblo y de su historia; a la vista parecen mudos; pero al discutir hablan mucho; una sola cosita tiene muchas razones para hablar. (..) Queremos conocer el pasado, pero no solo para conocerlo, sino, para con eso trazar el camino hacia adelante”
[4].
El Caso Nasa en el suroccidente colombiano
Es este otro ejemplo de un tipo de “arqueología útil”. Lo importante es que hallemos sentido social a nuestras profesiones, es la pretenciosa idea es que reavivemos la arqueología anacrónica e hibrida del discurso colombiano.
El profesor Cristóbal Gnecco también comenta una experiencia en la comunidad Nasa; a partir de lo que fue un terremoto que en el año de 1994 destruyó parte de los territorios en los que se hallaban concentrados, esto se convirtió en la oportunidad para resignificar su historia. Quienes aceptaron ser ubicados en nuevos asentamientos junto con los servicios que brindo la arqueología retaron la posibilidad de adscribirse a un nuevo espacio con toda la carga simbólica que para ellos significa el territorio, siendo su principal fundamento cultural.
Caminar la zona y recordar a través de las piezas materiales dejadas por sus antepasados hizo que los Nasa encontraran similitudes míticas con su territorio ancestral. Estos procesos de apropiación simbólica hicieron que a través de los objetos “arqueológicos” los indígenas crearan puntos de referencia identitarios creando una conexión del tiempo pasado y presente. Esas piezas retomaron un sentido representativo para el grupo que condensó unas significaciones, ritualiciones y simbologías en sus tradiciones.
RECORRIDO HISTÓRICO DE LA ARQUEOLOGÍA
La arqueología desde su primera presentación en la sociedad, como una ciencia nueva ha vivido obsesionada y apasionada por la recuperación de objetos del pasado, la ordenación cronológica, un estudio metódico riguroso. etc. Ese metodismo, más adelante se puso al servicio de otros investigadores que veían que su oficio se establecía sobre otras premisas y la delimitación de estadios culturales cambia a la interpretación reconstructiva de espacios amplios, la ubicación contextual de rasgos culturales, la organización social y estructural, es desde ese momento en el que se puede afirmar que la arqueología empieza a formar parte de la ciencia histórica.
En los años 30 los arqueólogos dejaron de preocuparse por situaciones aisladas para entender la necesidad de hallar explicaciones contextualizadas a conjuntos de complejos, si bien, seguían haciendo parte de la arqueología metódica positivista. El cambio se produjo hacia los años 60 cuando arqueólogos estadounidenses y británicos vislumbraron la posibilidad de hallar nuevas direcciones en las investigaciones defendiendo que se debían abandonar las corrientes tradicionales y los métodos de uso, es el momento en el que surge la llamada “Nueva Arqueología”, no obstante, ella en su trasfondo siguió la impronta que tanto había criticado, la “tendencia hacia la generalización” resulto rindiendo culto a tipologías y periodizaciones sobre las que se necesitaba hallar fin. Sus planteamientos nuevamente empiezan a reformularse y es la renovación metodológica que se ha mencionado en este escrito y sobre la cual se ha cuestionando en los últimos años.
Esta arqueología mimética a las exigencias del cientificismo, olvido sus implicaciones prácticas. Sin embargo, esto encontró claro enemigo en el posmodernismo y en el cambio semántico dentro de la arqueología abanderado por Michael Shank y Christopher Tilley. De igual modo, es el momento propicio para destacar el surgimiento de una Arqueología Social hecha en Latinoamérica dispuesta a realizar una comprensión crítica por el pasado, de la cual se exponen distintas metodologías que se acogen en este ensayo como lo son la disposición de arqueólogos por estudiar una cultura material pero también interactuar con las comunidades. Entre ellos personajes, además de los mencionados aquí Politis, Oliveira, Noelli, Suares.
“La crisis social y política y las situaciones de dominación (geopolítica y comercial) en Latinoamérica aumentan la conciencia del ejercicio de la labor profesional de los científicos sociales como acción política. (…) La ciencia no se acaba en un ejercicio de estilo de la abstracción conceptual, la lógica y el consumo acrítico de recetas teóricas y tecnológicas con independencia de cualquier singularidad cultural o destino personal. La acción política es democratizar el uso de los objetos arqueológicos, descolonizar la memoria social, contribuir a conocer mejor el mundo, para vivir críticamente y actuar sobre él”.
[5]La Historia, la Antropología y la Arqueología a servicios de un Estado
Estas tres disciplinas han sido serviles a lo que ha sido la configuración del proyecto de Estado-Nación, si la Antropología exalta la diferencia, la Arqueología la fetichiza y la Historia la promueve.
En el texto “Arqueología y Estado Multicultural” de Cristóbal Gnecco nos muestra la manera en que lo qué fue el articulo 72 de la constitución de 1991 en la que se reglamentaba “los derechos especiales que pudieran tener los grupos indígenas representados en territorios de riqueza arqueológica”, cambio cuando se anuló y se planteó que “el patrimonio arqueológico pertenece a la nación y es inalienable, imprescriptible e inembargable” Art. 3 del derecho 833 de 2002. Esta acción relegó a la jurisdicción nacional colombiana la regulación enunciativa de la narrativa histórica y es el discurso arqueológico quien certifica la veracidad oficial de esa historia. Al igual que arqueólogos y antropólogos, los historiadores tienen encargada la importante labor de difundir la historia que no ha sido contada, pues ella ha sido manipulada y configurada quizás no por unas manos invisibles pero si por unos intereses patentes de un proyecto modernizador contra las minorías étnicas que perviven en nuestros territorios.
Una de las preguntas que me he hecho al respecto entonces es ¿que tipo de historia es la que cuentan los museos?
¿Cuál es el tipo de historia que cuentan los museos?
Recientemente se realizó un estudio público al Museo Arqueológico La Merced hecho por los antropólogos Angélica Núñez y Erick Marín Espinosa
[6] éste tuvo como fin, conocer el punto de comunicación, asimilación y retroalimentación existentes entre los visitantes y el discurso arqueológico.
Los resultados obtenidos giraron entorno a que en el museo se da la opción de ordenar la exposición por temáticas lo cual resulta innovador, facilitando a sus visitadores la aproximación al pasado y no hace que la ubicación de las sociedades prehispánicas queden pérdidas en el tiempo. Sin embargo existen falencias, la primera tiene que ver con la organización de estos grupos prehispánicos en una maqueta geográfica actual, aunque eso ayuda a los visitantes a entender la ubicación territorial, no permite hacerles entender los procesos y transformaciones históricas ocurridas. La segunda incorrección es que a partir de la clasificación de las piezas arqueológicas en las salas de acuerdo a las tipologías culturales o nombres de grupos culturales, no se alcanza a entender el porque de estas, es decir, que el guión da por sentadas unas fronteras que parecen inamovibles en el tiempo para aquellos grupos humanos; creando una visión estática y anacrónica de los mismos.
Otro eje sobre el que se articularon los resultados fue La fetichización de los Objetos En la mayoría de los casos el museo es recordado por las piezas exóticas de gran belleza que por las temáticas que a ellas se articulan. Aunque esta problemática también es propiciada por el sitio, ya que, con el montaje museográfico actual muestra a los artefactos como figuras intocables por su singularidad, generando más sentimientos de admiración que curiosidad y retentiva sobre los contornos y las dinámicas del grupo que los construyó.
Una de las conclusiones más importantes de esta experiencia, es que al parecer aquellas falencias antes mencionadas ocurren generalmente en todos los museos arqueológicos en Colombia, lo que hacen es perfilar y consolidar el proyecto de Estado-Nación preponderante de la modernidad. En otras palabras, esa diferencia cultural existente en nuestro territorio, dentro de los museos ha posibilitado conocerla, no obstante, a habido cierta tergiversación o confusión, ya sea, en los guiones discursivos o disposición de las piezas que hacen pensar la diferencia cultural entre sociedades indígenas como un mismo grupo, situación congruente con los ideales de homogeneización en la modernidad.
En Colombia el desconocimiento y la posibilidad de entender la historia desde diversas perspectivas, nos ha llevado a seguir anclados en la Historia positivista de héroes y perdedores, lo agobiante de esto es que aún el libros guía utilizados pedagógicamente para enseñar Historia, existe una versión errónea que lo que hace es seguir reproduciendo la visión “civilizadora” y “moderna” concebida solo desde el momento colonizador
A pesar de que en los museos supuestamente ya se ha superado esa fase, es totalmente equivocado pues las exposiciones arqueológicas lo que consiguen es crear en el receptor ciertos sentimientos románticos hacia el pasado inferior y crear un orgullo y apropiación a la superación de esas etapas inferiores. Los museos deben dejar de albergar ese pasado estático, para llegar a ser unos lugares propicios para el dialogo y el aprendizaje dinámico que cuestione incluso lo que cuenta la historia.
Por esa razón para nadie es un secreto vislumbrar que estas carreras de Ciencias Sociales, aunque pareciera ser de tintes contestatarios terminan configuradas y moldeada con unos mismos propósitos aún más macabros de los que uno creería serían incapaces de laborar.
¿Entonces que sucede con las discusiones concentradas en las universidades, el liderazgo y pertinencia de la misma a la hora de involucrarnos a una realidad fuera de nuestros recintos académicos?
Un discurso renovado
En otra publicación hecha por el profesor Cristóbal Gnecco arguye como la retorica del arqueólogo vigente en el territorio colombiano está aun influido por la tendencia positivista, produciendo un conocimiento estéril y anacrónico en la disciplina. No obstante, él plantea que ese discurso tradicional a entrado en apuros empezando a exigir uno, en el que, se practique la flexibilidad y disertación desde diferentes puntos de vista para dar explicación a un texto, puesto que, frecuentemente se da mayor prioridad al dato y el aporte interpretativo del arqueólogo frente a la “evidencia” se ve invicibilizado. No muy lejos de esa realidad, se adscriben las publicaciones que el Banco de la República hace de sus proyectos de investigación arqueológica nacional, en ellas, lo que se efectúa es un inventario sobre los objetos hallados, fotografías, fechas, detalles que ocupan la mayor parte de los textos en un lenguaje casi inentendible cerrado para el gremio, mientras que las interpretaciones realizadas al respecto son mínimas y relegadas en aquellas cartillas.
La pobreza imaginativa, la retórica obsoleta en las estructuras narrativas, la rigurosidad metodología que elaboran los arqueólogos finiquita con la elaboración de producciones textuales tipológicas y clasificatorias desapareciendo la riqueza de posibles interpretaciones que el arqueólogo pueda dar al fenómeno. Es esta arqueología tradicional la que hace pensar que el pasado es un fenómeno intacto que está esperando ser descubierto y es el arqueólogo, el “medio” legitimador o quien tiene el poder de la “revelación” y por ende la verdad para esta función pues los otros son ignorantes a esas tareas.
Gnecco propone que reflexionemos sobre la disciplina más próxima a una práctica en la construcción de un pasado, utilizando un discurso pluralista y polifónico, sin ser totalizador ni hegemónico, en el que halla reflexividad (emisor/receptor), dinamismo discursivo y los receptores agentes activos.
“El nuevo orden discursivo será parte de la creación de sentido para nuestro propio tiempo: un mundo vital, vivo socialmente consciente, intelectual y políticamente crítico” ( Tilley , 19990 :130)”
[7]En ese mismo sentido Gnecco, asegura como la arqueología es una disciplina que se ha acomodado en las distintas coyunturas nacionales, que sus fruncidos cambios lo que hacen es seguirse asentando en una arqueología sin sentido. Por esa razón el profesor a propuesto estos lineamientos que de manera superficial resumen un posicionamiento en la academia y que me parece acertado traerlos a colación, la antropología relacional es aquella que duda de los dictámenes académicos en el modo en que cuestiona el orden colonial, condena la violencia epistémica ( lugar de empoderamiento y enunciación de unos cánones epistémicos), considera que el antropólogo no es el único capaz de conocer , rompe con la idea de que hay objetos de investigación, además elimina la distancia que se forja entre el investigador y el investigado, involucra a los sujetos en un lugar de reflexión lo que se trata es de encontrarse con el otro pero eso puede ser conflictivo y es la forma de contribuir al final de la diferencia colonial.
Finalmente a la conclusión a la que llegó es que es que es prudente que dentro de la disciplina arqueológica se renueven fuerzas, que los futuros profesionales se vean formados con un sentido crítico en sus contenidos y que se vean como la más reciente horda que encabezará nuevas generaciones de intelectuales. De igual modo, me parece prudente que grupos que han monopolizado algunos ámbitos dentro del campo, vayan vinculando a jóvenes y se les permita una aproximación real al campo.
Otro aspecto sobre el cual se desarrolló en el escrito es la toma de posición frente la actual disertación y fragmentación en esta disciplina, es necesario y urgente una discusión acerca de lo que es la identidad, un debate teórico- epistemológico y ético profesional como dice López Mazz sobre el trabajo arqueológico. Pues seguiría siendo una trampa mortal ser atraídos a esta carrera por apasionamiento y seducción por el pasado sin dejar de tener una postura analítica al respecto, eso es lo que he tratado formar en la realización de este ensayo, aunque aun no produzca una teoría propia, al igual que Vasco considero que es importante que los aprendizajes que ya han tenido otras personas pueden ser útiles, pero como dice él no tanto en la copia de modelos, sino, que es durante el camino y con el trazo a pulso de cada quien en su carrera como se va conformando una posición incluso una propia metodología.
La propuesta por una antropología relacional o también lo que llamo Funari una arqueología Publica, que se mueve hacia el mundo real de los conflictos y de la lucha política, donde las comunidades tengan propios derechos a participar y manejar las decisiones del manejo de sitios o patrimonio cultural, la idea de una acción participativa reciproca, reviviendo o fortaleciendo las políticas de la IAP que se convirtieron en palabra muerta pero que es un producto colombiano de gran trascendencia.
“la investigación en su forma más deseada debería estar orientada a la acción formativa fortalecedora y emancipadora. Debería ser vista como un medio por el cual una comunidad, se involucra en primer lugar con el proceso de liberar y utilizar aquel conocimiento es relevante para ella misma” Carrasco (1983)
[8]Pero como dijo el profesor Gnecco mucho tenemos que aprender aún acerca de la teoría de la liberación
Bibliografía
FERNANDEZ, Manuel. “Entre la antropología y la historia”; HERNANDEZ, Rogelio. “Arqueología y Antropología”; y GUZMAN, Martin “Arqueología y paradigma: tendencias y resistencias”. En Revista de Occidente, Nº 81, 1988.
GNECCO, Cristóbal. Sobre el discurso arqueológico en Colombia. Boletín de Antropología. Vol. 13 Nº 30. 1999. Universidad de Antioquia.
GNECCO, Cristóbal. Arqueología y Estado Multicultural en América Latina. (Copias de clase sin referencia no esta en el programa)
GNECCO, Cristóbal y PIAZZINI Emilio. ARQUEOLOGIA AL DESNUDO, Reflexiones sobre la práctica disciplinar. “El Erotismo de la desnudez arqueológica”. Editorial Universidad del Cauca serie estudios sociales. Popayán, 2003
HABER, Alejandro (compilador). HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS ARQUEÓLOGIAS DE LAS ARQUEOLÓGIAS LATIONOAMERICANAS. Cap. I, IV, VII Y VIII. Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Centro de Estudios Socioculturales e Interculturales. Ediciones Uniandes, c 2004.
LANGEBAEK, Carl. Arqueología Colombiana, Ciencia, pasado y exclusión. Vol. III. Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología Francisco José de Caldas *Colciencias. Colombia 2003.
NUÑEZ, Angélica y MARÍN, ESPINOSA, Erick. “MUSEOS ARQUEÓLOGICOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA COLECTIVA: Estudio de Público, Museo Arqueológico la Merced. En: LAS VIAS DEL PATRIMONIO, LA MEMORIA Y LA ARQUEOLOGÍA. Edt. Universidad del Cauca, Estudios Sociales. 2007.
PEARCE, Jenny. Desarrollo, ONG Y Sociedad civil. Cuadernos de cooperación el desarrollo de la práctica. Cap. “Fortaleciendo la sociedad civil: la investigación de acción participativa en un estado militarizado”. Ediciones Octaedro, primera edición. Reino Unido, 2002
PATIÑO Diógenes. ARQUEOLOGÍA, PATRIMONIO Y SOCIEDAD. Cap. “Arqueología y patrimonio en el país multicultural” Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Universidad del Cauca. Popayán, 2001,
POLITIS, Gustavo. ARQUEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA HOY. Parte III “Arqueología e Identidad: el caso guambiano”. Colección textos universitarios. Biblioteca banco popular. Bogotá 1992.
TARGA, Juan García. “ARQUEOLOGIA HISTORICA: PLANTEAMIENTOS TEORICOS Y LINEAS DE TRABAJO”. Boletín Americanista. Nº 050, 2000.
VARGAS, Llanos Héctor. “PROYECCIÓN HISTÓRICA DE LA AQUEOLOGIA EN COLOMBIA”. Boletín de arqueología: fundación de investigaciones arqueológicas nacionales. Vol. 14, Nº 2.
VASCO, Luis Guillermo. ENTRE SELVA Y PÁRAMO, VIVIENDO Y PENSANDO LA LUCHA INDIA. Cap. “En busca de una vía metodológica propia”. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá 2002.
[1] “Arqueología latinoamericana y su contexto histórico: Arqueología Publica y las tareas del quehacer arqueológico”. Véase en: HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS ARQUEÓLOGIAS DE LAS ARQUEOLÓGIAS LATIONOAMERICANAS.
[2] “El dialogo, pero como contradicción (…) la confrontación del conocimiento de dos sociedades (...) que implique necesariamente acción”. Vasco, Luis Guillermo. ENTRE SELVA Y PÁRAMO, VIVIENDO Y PENSANDO LA LUCHA INDIA. pp. 440.
[3] POLITIS, Gustavo. ARQUEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA HOY. pp. 180
[4] Ídem pp. 180
[5]. MAZZ, José Ma. “El discreto encanto de la arqueología”. PP. 163. En: HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAS ARQUEÓLOGIAS DE LAS ARQUEOLÓGIAS LATIONOAMERICANAS.
[6] NUÑEZ, Angélica y MARÍN, ESPINOSA, Erick. “MUSEOS ARQUEÓLOGICOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA COLECTIVA: Estudio de Público, Museo Arqueológico la Merced. En: LAS VIAS DEL PATRIMONIO, LA MEMORIA Y LA ARQUEOLOGÍA. Edt Universidad del Cauca, Estudios Sociales. 2007
[7] Gnecco, Cristóbal. Sobre el discurso arqueológico en Colombia. Boletín de Antropología. Vol. 13 Nº 30. 1999. Universidad de Antioquia.
[8] MAMA, Amina. Fortaleciendo la sociedad civil: la investigación de acción participativa en un estado militarizado”. En Desarrollo, ONG Y Sociedad civil. 2002